domingo, 23 de octubre de 2011

Estimados Compañeros y Compañeras de Trabajo



Durante ya casi tres meses ha estado ocurriendo un fenómeno en Chile, en nuestra Patria, que no debiera dejar a nadie sin interpelar.


En lo personal les digo que tengo cuatro hijos: tres hijas y un hijo. Todos pasaron por la Universidad; las mayores y mi hijo estudiaron, al igual que yo, en la Universidad de Chile, mi hija menor ha iniciado hace dos años sus estudios en la Universidad de La Serena (ex Universidad de Chile).


La diferencia de todos ellos conmigo es que yo estudié gratis; sin embargo las mayores están endeudadas por una parte importante del resto de su vida. Si ésta hubiera sido la condición de cuando yo estudié, simplemente no habría podido hacerlo, ya que el salario de mi padre no habría alcanzado para sostener el hogar y mis estudios: él era un obrero de la Empresa de Agua Potable de Santiago.


A esta altura de mi vida puedo decir con orgullo que todos mis hijos mayores son profesionales, pero sobre todo profesionales porque profesan una ética muy profunda acerca del Bien Común.


Mi hija menor sigue el mismo camino y desde ya ha asumido responsabilidades en la vocería de su Carrera durante este gran movimiento estudiantil. Junto a mi esposa pensamos que estamos dispuestos a apoyar a nuestra hija menor, incluso si pierde el año lectivo, ya que estamos muy conscientes de que lo que está en juego es absolutamente relevante.


Sin embargo, cotidianamente observo a muchos de ustedes, mucho más jóvenes que yo, con hijos e hijas, que dentro de poco deberán enfrentar (si es que ya no lo hacen), la necesidad de contar con los recursos monetarios que significa mantener a un hijo estudiando en la Universidad hoy día. ¿Pero por qué tiene que ser así? ¿Se lo han preguntado? ¿Saben acaso que sin ir más lejos, en Argentina, la educación pública universitaria es gratis? ¿Por qué en Chile la educación pública tiene que ser pagada? ¿Por qué en un país tan rico como es Chile la educación pública no puede ser gratuita como ocurre en la mayoría de los países en el mundo? ¿Se lo han preguntado?


Como una manera de ayudarles en la búsqueda de respuestas a esas y a otras preguntas, les adjunto tres videos en que pueden encontrar algunas respuestas.


Varias de las personas que allí hablan son conocidas por ustedes y es seguro que más de una vez las han visto en la televisión. Les ruego ponerles atención ya que están hablando de lo que a sus propios hijos e hijas les concierne. Esto no es un tema de otros; de un tema que a mí no me importa. A todos nos importa lo que pase con los hijos e hijas de todos.


El primer video es del historiador Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia y doctor en Historia. Él destaca la diferencia entre un movimiento ciudadano y un movimiento de masas y señala asimismo que la democracia representativa que fija la Constitución Política del país no es capaz de responder a la interpelación que la ciudadanía está haciendo. Que la clase política tampoco ha dado garantía, hoy y ayer, de estar a la altura de las demandas. Que este tema es un tema muy profundo y que afecta a toda la sociedad chilena y que gobiernos de muy distinto signo no han sido capaces de resolver adecuadamente, muy por el contrario, simplemente lo han transformado en un mera oportunidad para hacer negocios.





Póngale atención a lo que dice entre varios, la actriz Malucha Pinto.





Pero sobre todo, póngale atención a lo que tiene o tendrá que ver directamente con sus propias vidas y familias.





Y no se dejen engañar por las noticias que abundan en los diarios, radios y los noticiarios de la televisión abierta, ya que simplemente están tratando de quitarle legitimidad a un movimiento estudiantil, que ha puesto en la mesa la realidad de un país que ha creado una imagen falsa de sí mismo y que muchos chilenos y chilenas hemos creído. Es hora de despertar del engaño que sólo ha servido para seguir enriqueciendo a unos pocos y para generar una de las mayores inequidades y desigualdades en el mundo. Y ello no es producto sólo de estos últimos años; es el efecto acumulado de una sociedad clasista, racista y segregadora que se instaló desde la Colonia en Chile y que aún permanece actuando en las sombras del poder.





Con afecto        





Alberto Peña Cornejo
Ingeniero Forestal
Universidad de Chile















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