Introducción 1.5

Introducción

Cada mes sucede algo nuevo y trascendental, mientras millones de vidas individuales siguen su curso, en apariencia  sin verse afectadas. Esta vez, concretamente ayer, renunció Hosny El Mubarak, el tirano de Egipto. Desde mi niñez, sólo conocí  a  tres Presidentes de Egipto: Gamal Abdel Nasser, Anwar El Sadat y  Hosny  Mubarak. También conocí  en el mismo período a  seis Papas. Mubarak  cayó, después que el pueblo sacó del Gobierno al Presidente de Túnez y se ha producido una inquietud general en medio oriente y ha nacido el deseo de sacudirse a tiranos y a reyes que los dominan por décadas. Ya dos pueblos  se dan cuenta de su poder y que  pueden y tienen el derecho de cambiar Gobiernos, cuando estos se perpetúan y ya no responden a la voluntad de quienes debieran ser sus electores.

Quiero celebrar junto al pueblo de Egipto este primer paso de libertad. Pero al mismo tiempo los egipcios deben estar vigilantes, pues son los militares quienes han asumido el poder. Los militares son una especie  egoísta, que cuando está o prueba las mieles del poder, se envicia, se hace adicta y no quiere dejarlo, no importa el precio que tengan que pagar los súbditos. Los egipcios deben mantener la presión sobre los militares, para que  su paso por el poder sea rápido e incruento, sin represalias y sin rehenes .

Los egipcios también deben tener cuidado con los Gobiernos de Occidente, a quienes les importa más   que  un nuevo Gobierno no sea hostil ni a Israel ni a sus intereses económicos, especialmente petroleros. Ya se han adelantado  Angela Merkel y Barak Obama  a “agradecer” a Mubarak por su gesto,  “desear” que  un nuevo Gobierno respete los tratados internacionales, un “ desear” que se convierte más bien en un “advertir”. Seguramente estos días lloverán declaraciones de  Inglaterra, Francia, Rusia, China, con ofertas de “apoyo”, condicionamientos  y advertencias más o menos veladas.

Occidente tiene la oportunidad, una vez más, de ser humilde y terminar de dar instrucciones a los pueblos cuando logran una victoria y más bien ayudarlos, sin condiciones, a que puedan cumplir con sus  propios ideales, aun cuando  ello  le represente un costo político o económico a las potencias. Sin embargo los mensajes de las potencias ya están llegando: cumplan los compromisos internacionales,  construyan una democracia a la occidental, entren al mundo global ( para beneficio de las empresas y del capital), etc. etc. Tengo poca fe  en esa humildad nunca mostrada y más bien temor  a que sigan con el cuento que “ la historia ha llegado a su fin y hay que copiarles la receta”.

Ronnie de Camino Velozo

Santa  Ana, 12 de Febrero del 2011